lunes, 3 de junio de 2013



Entre tantas noches en que Morfeo libera una lucha sin cuartel para llevarme al limbo de los sueños, y entre tantos pensamientos liberados por la soledad que rodea mi vida desde hace ya muchos meses que no quiero contar, están las deliberaciones de mi mente contra mi corazón y viceversa, se conjugan las cartas escritas entre los que amas, las palabras y consejos de los verdaderos amigos, las frase...s de quienes dicen ser tus amigos, las letras de los libros que se consideran sagrados y guías de la vida, las horas inter
minables de lectura nocturna que acompañan mis cansados ojos, los sentimientos encontrados de una vida que pasa por las manos como agua embravecida, y el vivir este diario vivir, que como catapulta entre mis manos hace que tome con desesperación el teclado para poder expresar a través de las letras, los sentimientos que hierven en la espera de ser liberados de forma explosiva y fugaz; Las letras que llevan mi sello, mis secretos, mis angustias, mis alegrías, mis desesperanzas, mis anhelos, mis frustraciones, mis ilusiones, todas mías, pero sin pertenencia, porque son eso, ¡! Letras, que llevan nuevos rumbos nuevos dueños, aquellos que se apropian en sus mentes de pequeñas o totales porciones de lo escrito y que dejan en su haber, o desechan por su propio saber.

Vida…!!

Vivir sin analizar la vida es tal vez la mejor manera de disfrutarla, porque llegar a comprender la vida es llegar a odiarla o temerla, si se tiene un alma débil, o llegar a menospreciarla, si se cuenta con un alma fuerte.

La tristeza de la vida viene de lo absolutamente inútil ella misma, ¿cuál de nuestras conquistas nos acompaña más allá de la vida? ¿Qué es nuestra vida, ferozmente maltratada entre lo incierto y lo inevitable? ¡Nadie nos responderá! La primera condición para vivir feliz es ignorar la vida.

Saber es un dolor, ignorar es una desgracia. ¿Qué hacer entonces? ¡Procurarnos el dolor de saber nuestra desgracia, y ser así dos veces desgraciados!

Este amor de lo incognoscible que hay en el cerebro, y este amor de lo imposible que hay en el corazón, ¿no forman acaso toda la tormentosa impotencia de nuestros esfuerzos en la vida?

Tal vez la suma de todas nuestras incertidumbres y de ensueños jamás realizados totaliza la única realidad de nuestra vida. Tal vez!!

El objeto de la vida… ¿es la ventura? Tal vez, porque todo nace para morir, y la muerte es la única ventura concedida al hombre, que no es sino un triste prisionero de la vida.

¡Quién pudiera vapulear el pasado, para no oírlo gritar y llorar! ¡Quién pudiera ahorcar el presente, para no oírlo mentir! ¿…el futuro…? ¡Qué puede importar el futuro a quien su vida no es más que el tránsito de un pasado sin ventura a un presente sin esperanza!

Para hacer soportable esta condena que tan ostentosamente gritamos y llamamos “vida” es necesario que tengamos siempre presente el ideal de la libertad, y si no podemos realizarlo, terminemos de rodillas ante él, fijos los ojos en ese horizonte que ha sido la perspectiva de nuestras interminables luchas, y no apartemos la vista de él sino para mirar apasionadamente el rostro de la muerte: ella también es un ideal, y el único que no muere porque su alma esta enamorada de la libertad que con sigo trae!

La muerte es la libertad absoluta, porque ella nos libera de la vida. De ahí que a los mercenarios de esta precaria libertad que es la vida, la muerte los castiga dejándolos vivir. ¿Existe acaso otro castigo más duro o justo?

Es muy cruel tener que morir cuando se tiene el anhelo de seguir viviendo, pero es mucho más cruel tener que seguir viviendo cuando se tiene el anhelo de morir.

Hay mucha más dignidad en morir por desprecio a la vida que en obstinarse en vivir por miedo a la muerte.